domingo, 19 de febrero de 2012

Remembranza de mi docencia.

La ultima vez que me pare frente a una clase fue hace casi dos años, desde entonces muchas cosas han cambiado, el tiempo en las aulas me dio muchas lecciones, aprendí mucho de cada uno de mis alumnos.

Muchas veces me pregunto cual es mi parte favorita de enseñar?, de compartir lo poco que se con los demás? porque decidí un mes de junio de hace ya ocho años empezar a dar clases?. Empezare contando algo, siempre he admirado a mis maestros, no solamente al profesor que en cuarto año de colegio me enseño a programar en los recreos sin ganar absolutamente nada; ni a mi primer jefe que me enseño a ir mas alla de las expectativas y me abrió los ojos a un mundo lleno de oportunidades; he admirado a todos los maestros que han pasado y siguen pasando por mi vida. Todo hombre admira y reconoce a sus maestros, los buenos maestros no abundan, en cierta forma por que tampoco abundan los buenos alumnos. Ser profesor o maestro es algo un poco loco, jornadas arduas de trabajo, con presiones de todo tipo, muchas veces siendo agredidos de distintas formas por nuestros propios alumnos, trabajando hasta altas horas de la noche para corregir exámenes; pero mas allá de todo esto hay una esencia, un cierto placer por ver que lo que uno con esfuerzo siembra, puede llegar a cosechar. Mientras escribo estas líneas hago una pausa para revisar el número total de alumnos a los que he dado clases, y me sorprendo yo mismo al ver que he intentado enseñar a mas de 2000 alumnos distribuidos en cerca de 150 cursos distintos.

Un amigo me solía decir que ser maestro es casi como ser un albañil, pues piedra a piedra se pueden construir catedrales, castillos, mansiones, o simplemente prisiones. Cualquiera que no sea albañil dirá que es muy sencillo, que los instrumentos son fáciles de usar... ¡Que lo intente!... Verá que tiene su chiste, y que la aparente sencillez esconde muchos años de aprendizaje y práctica. Y luego, al final de la jornada se recibe la paga (muchas veces mendigando por ese sustento), si el trabajo está bien hecho y si no, vienen los reclamos, no importa que al albañil se le hayan entregado piedras amorfas, duras, sin hilo, ni escogidas y malos materiales. A la larga, por desgracia o por fortuna, el amor al oficio gana y vuelve a él, con renovados bríos, a seguir construyendo enormes catedrales, o pequeñas prisiones.

¡Claro!... nadie presume de ser albañil, como tampoco nadie presume de ser maestro, ambos son oficios humildes, pero vitales.

Quisiera gritar a mis alumnos de ayer y posiblemente de mañana... ¡Perdón!... Por mis desaciertos, por mis desánimos, por dar tan poco, por mi presencia en las aulas, por mis injustos excesos de justicia, por mis errores y defectos; pero no lo haré, pues de todo esto, también he querido enseñarles, que antes que ser maestro... ¡soy simplemente un ser humano...!

En este momento y con un nudo en la garganta rememoro lo que significo en mi vida ser maestro, y aunque ya no tenga alumnos, ni exámenes que calificar, ni planes educativos que desarrollar; cada vez que tengo un cliente frente a mi, un amigo, un compañero de trabajo, o un niño que me hacen una pregunta o tienen una duda recordando cuando fui maestro, me brillan los ojos, ahondo mi respiración y sin poder evitar sonreír explico de la forma mas detallada, paso a paso (muchas veces hago dibujos) con el fin de que mi explicación resulte entendible y satisfaga la consulta.

¡Por éso agradezco a Dios por permitirme haber sido maestro!




Adjunto unas pequeñas fotos de algunos de los cursos que he impartido, la temática ha sido variada, desde Ingeniería Social, Criptogramas, hasta seguridad informática y Hacking Ético.






*Los rostros y nombres han sido cubiertos intencionalmente para proteger la identidad de quienes fueron mis alumnos, muchos de los cuales trabajan de incógnitos. A ellos y a todos Gracias.

1 comentario:

  1. ing faltan full fotos del curso...Buenos dias 7 niveles...gratos recuerdos y una magnifica experiencia siendo su alumno

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